Hola a tod@s!!
Cuando comencé con este blog lo hice con la pretensión de enfocarlo a la política y no a temas personales. Pero, lo cierto es que, además de "político" (lo pongo entre comillas porque no se si me puedo considerar, aun, como tal) soy persona y era inevitable que, tarde o temprano, confluyeran, en mayor o menor medida, ambas cosas.
Os hago esta introducción porque hoy, a pesar de que voy a hablar de política, lo voy a hacer desde un punto de vista muy personal ya que, las reflexiones que aquí expondré, están derivadas de algunas de mis vivencias. Vayamos, pues, al tema en cuestión.
Como muchos sabréis estoy vinculado a Juventudes Socialistas, como militante, desde hace algunos años, pero lo cierto es que, hasta hace poco más de un año, no me había implicado en la agrupación al 100%. Esto cambió cuando entre a formar parte de la Comisión Ejecutiva Local, como Secretario de Organización, de la agrupación de Castellón, mi ciudad.
Pues bien, como veis, se podría decir que estoy metido de lleno en política desde hace un año. En este año he aprendido muchas cosas, y lo primero que aprendí es que la política tiene su propia "selección natural", es decir, o te apasiona de verdad o vas a durar en esto dos días porque, lo cierto es, que no tiene nada que ver lo que parece con lo que es en realidad. No es ni mejor ni peor, simplemente es diferente.
Como toda experiencia en la vida, tiene momentos buenos y malos o mejores y peores, si lo preferís y, por supuesto, en política hay gente buena y mala. Y ya no solo me refiero a malos como los señores del PP que parece que últimamente les gustan mucho los trajes, o los del PSOE de hace unos años, que tenían la mano muy larga (aquí no se libra nadie, eso esta claro, porque como decía hay personas buenas y malas, y están en todos los bandos). No me refiero solo a ese tipo de malos, sino a otros todavía peores, según mi opinión. Me refiero a esos que se meten en política no para defender sus ideas (sean cuales sean, aunque yo no este de acuerdo con ellas), ni para intentar mejorar la vida de la gente, ni para servir al pueblo que son quienes les votan, aunque a veces se les olvide (sobretodo cuando no hay elecciones, claro). Me refiero a los que se meten en política para trepar, o porque es un buen curro y se gana pasta (como dijo en su día el sr. Zaplana), para aparentar o simplemente por tener un cargo (probablemente porque no saben hacer otra cosa, aunque casitodos tengan estudios).
Pero claro, seguramente pensareis, "bueno la política es así ¿no?; es totalmente lícito tener ambición personal y política". Pues si, lo es, por supuesto, pero ¿donde esta el límite?. Pues yo os diré donde esta. El límite esta o, mejor dicho, debería estar en la integridad moral y ética, en lo que te dicte tu conciencia y en el respeto hacia los demás. Puedes tener ambiciones políticas y estas en tu derecho de intentar alcanzar tus metas, pero siempre jugando limpio. No vale todo en política, desde mi punto de vista. Para llegar a conseguir un cargo no puedes injuriar, calumniar, difamar, acusar falsamente o presentar cargos, muy graves, ante órganos disciplinarios, basados en mentiras y sin aportar una sola prueba, etc. Y si, además, esto no lo haces contra tu adversario político natural, es decir, otro partido político, sino contra tus propios compañeros, queda de manifiesto el tipo de persona que eres. Eres el tipo de persona que jamas debería ser político, porque los políticos son otra cosa, están para otra cosa. Los políticos deberían estar para ver más allá de sus narices y no para mirarse el ombligo, deberían estar al servicio de su partido y de los ciudadanos y no intentar (y, por desgracia, a veces conseguir) que ambos estén al servicio del político.
Como dijo José Luis Rodriguez Zapatero, en un debate de la última campaña electoral, existen dos tipos de políticos "aquellos que desde el poder servimos a los ciudadanos y aquellos que intentan utilizar a los ciudadanos para llegar al poder".
Cuando comencé con este blog lo hice con la pretensión de enfocarlo a la política y no a temas personales. Pero, lo cierto es que, además de "político" (lo pongo entre comillas porque no se si me puedo considerar, aun, como tal) soy persona y era inevitable que, tarde o temprano, confluyeran, en mayor o menor medida, ambas cosas.
Os hago esta introducción porque hoy, a pesar de que voy a hablar de política, lo voy a hacer desde un punto de vista muy personal ya que, las reflexiones que aquí expondré, están derivadas de algunas de mis vivencias. Vayamos, pues, al tema en cuestión.
Como muchos sabréis estoy vinculado a Juventudes Socialistas, como militante, desde hace algunos años, pero lo cierto es que, hasta hace poco más de un año, no me había implicado en la agrupación al 100%. Esto cambió cuando entre a formar parte de la Comisión Ejecutiva Local, como Secretario de Organización, de la agrupación de Castellón, mi ciudad.
Pues bien, como veis, se podría decir que estoy metido de lleno en política desde hace un año. En este año he aprendido muchas cosas, y lo primero que aprendí es que la política tiene su propia "selección natural", es decir, o te apasiona de verdad o vas a durar en esto dos días porque, lo cierto es, que no tiene nada que ver lo que parece con lo que es en realidad. No es ni mejor ni peor, simplemente es diferente.
Como toda experiencia en la vida, tiene momentos buenos y malos o mejores y peores, si lo preferís y, por supuesto, en política hay gente buena y mala. Y ya no solo me refiero a malos como los señores del PP que parece que últimamente les gustan mucho los trajes, o los del PSOE de hace unos años, que tenían la mano muy larga (aquí no se libra nadie, eso esta claro, porque como decía hay personas buenas y malas, y están en todos los bandos). No me refiero solo a ese tipo de malos, sino a otros todavía peores, según mi opinión. Me refiero a esos que se meten en política no para defender sus ideas (sean cuales sean, aunque yo no este de acuerdo con ellas), ni para intentar mejorar la vida de la gente, ni para servir al pueblo que son quienes les votan, aunque a veces se les olvide (sobretodo cuando no hay elecciones, claro). Me refiero a los que se meten en política para trepar, o porque es un buen curro y se gana pasta (como dijo en su día el sr. Zaplana), para aparentar o simplemente por tener un cargo (probablemente porque no saben hacer otra cosa, aunque casitodos tengan estudios).
Pero claro, seguramente pensareis, "bueno la política es así ¿no?; es totalmente lícito tener ambición personal y política". Pues si, lo es, por supuesto, pero ¿donde esta el límite?. Pues yo os diré donde esta. El límite esta o, mejor dicho, debería estar en la integridad moral y ética, en lo que te dicte tu conciencia y en el respeto hacia los demás. Puedes tener ambiciones políticas y estas en tu derecho de intentar alcanzar tus metas, pero siempre jugando limpio. No vale todo en política, desde mi punto de vista. Para llegar a conseguir un cargo no puedes injuriar, calumniar, difamar, acusar falsamente o presentar cargos, muy graves, ante órganos disciplinarios, basados en mentiras y sin aportar una sola prueba, etc. Y si, además, esto no lo haces contra tu adversario político natural, es decir, otro partido político, sino contra tus propios compañeros, queda de manifiesto el tipo de persona que eres. Eres el tipo de persona que jamas debería ser político, porque los políticos son otra cosa, están para otra cosa. Los políticos deberían estar para ver más allá de sus narices y no para mirarse el ombligo, deberían estar al servicio de su partido y de los ciudadanos y no intentar (y, por desgracia, a veces conseguir) que ambos estén al servicio del político.
Como dijo José Luis Rodriguez Zapatero, en un debate de la última campaña electoral, existen dos tipos de políticos "aquellos que desde el poder servimos a los ciudadanos y aquellos que intentan utilizar a los ciudadanos para llegar al poder".
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